
¿Alguna vez has escuchado la expresión “ojos que no ven, corazón que no siente”? Como adultos, cuando un objeto se mueve fuera de nuestro campo de visión, sabemos que continúa existiendo, a pesar de no poder verlo, tocarlo o escucharlo. Sin embargo, este no es el caso para los bebés. Durante los primeros meses de vida, cuando no ven un objeto, ¡ellos creen que el objeto deja de existir!
Sin embargo, alrededor de los 4-7 meses, tu bebé comenzará a entender el concepto de permanencia del objeto (que es una forma elegante de decir que él empezará a entender que cuando los objetos están fuera de su campo de visión, siguen existiendo).
Aunque la mayoría de bebés van pidiendo cada vez más contacto, más afecto y en consecuencia más brazos a medida que crecen, llega un momento en el que parece que todo se complica mucho más, cuando de repente rechazan el contacto con personas a las que aceptaban («tú no me cojas en brazos, mejor que sea mamá»), y lloran mucho más si los dejan solos, como si de pronto se hubieran hecho más dependientes.
En contra de lo que suele decir la gente del entorno a los padres, es algo normal. Gente que, por desconocimiento, les echar la culpa de que lo han acostumbrado, que es así por su culpa, que en vez de hacerlo más independiente están haciendo de su hijo un niño mimado, consentido y arisco, que ya ni siquiera acepta a otros familiares que no sean mamá y papá, y a veces ni siquiera quiere a papá.
Es decir, no tiene «mamitis», no es algo que los padres hayan hecho mal, y no se ha acostumbrado a nada. Lo que tiene esa niña es en realidad lo que conocemos como angustia de separación, y no solo no es un retroceso, sino que es un avance de lo más lógico en su desarrollo. Un avance que los padres deben conocer y comprender, sobre todo para no caer en la tentación de hacer caso de consejos y recomendaciones sin sentido.
El concepto de permanencia del objeto hace referencia al conocimiento que tenemos de que los objetos tienen una existencia a pesar de no poder verlos o percibirlos. Este concepto o conocimiento se desarrolla de forma gradual mediante la interacción que el bebe tiene con el medio, va creando y modificando creencias al establecer relaciones entre sus ideas, conceptos previos y la información proporcionada en su entorno en los dos primeros años de vida, según Piaget. Encontramos otros autores que indican una edad más temprana en la adquisición de la permanencia del objeto.
Este concepto tiene una relación muy estrecha con la forma en la que se adapta o no un niño ante la ausencia de sus padres, puesto que cuando no se encuentran presentes para el bebé dejan de existir. Cuando el niño interiorice y elabore correctamente el concepto de permanencia del objeto, habrá mayor probabilidad de que acepte y se adapte a la ausencia de sus padres, puesto que será consciente de que estos van a volver aunque en ese momento no los pueda percibir. Esto no quiere decir que cuando un niño ha logrado la permanencia del objeto no llorará cuando no estén presentes sus cuidadores, la ausencia también les duele pero por lo menos saben que no se irán para siempre.
Pero no. Nada de eso. Esa niña o niño de entre 7 y 9 meses que empieza a llorar más si no estás, y que persigue a mamá y llora si la coge alguien con quien no ha pasado mucho tiempo no está haciendo un retroceso, sino un avance. Se está desarrollando adecuadamente, ha creado un vínculo afectivo con las personas con las que más tiempo pasa y su sistema de alarma está funcionando bien. Un sistema que le dice que allí donde no están sus personas más queridas podría estar en peligro.
Tras varios meses de vida con ellos, descubre que existe como individuo y oye, eso debe dar un miedo atroz, porque aún no sabe que mamá y papá no lo van a dejar solo para siempre, aunque haya ratos que sí. Es decir, considerándolos las personas con quien más seguro está, sus instintos le llevarán a querer estar siempre con ellas para no correr riesgos innecesarios.
¿Y cuando no estén cerca? Sufrirán por no verlos, y por no saber si volverán pronto, en minutos, algo más tarde, en horas, o mucho más tarde, en semanas o meses.
Porque ellos no saben qué es el tiempo, qué son los minutos y qué son las horas, y no tienen manera de comprender todavía que mamá volverá en segundos si se va a otra habitación, pero volverá en horas si se va a trabajar; y papá lo mismo.
Mamá, papá. Mi vínculo con vosotros es correcto. Sé que estoy segura con vosotros. No quiero estar sin vosotros.
¿Mamitis? Que no hombre, que no
Que la mamitis es la inflamación de una madre. Y las madres no se inflaman. Y si se dice en tono de humor, como una necesidad exagerada de estar con mamá, tampoco. Sería preocupante si en vez de 8 meses hablamos de 8 años. Ahí habría que ver qué pasa, y tratar de ayudar al niño para empezar a confiar en un mundo sin mamá, en su propio mundo.
Pero hablamos de un bebé de 7, 8 ó 9 meses que, como digo, acaba de descubrir que existe, y que al existir como individuo, conoce de repente lo que es estar acompañado y lo que es la soledad. Y la soledad no parece muy segura. Ni la gente en la que no confía.
Súmale a ello el ser desconocedor del tiempo, y el no saber a ciencia cierta que cuando tu madre se va, no lo hace para siempre. Porque eso también pasa: si no te ve, puede llegar a pensar que jamás volverás. Y eso es poco menos que horrible para un bebé… Necesitará varios episodios de sus dos mamás yéndose de casa y volviendo, o sus dos papás, o su madre y su padre, para darse cuenta de que esas personas siempre vuelven.
Entonces, ¿no hay que hacer nada?
No hay que hacer nada que no quieras hacer. Y digo esto porque tras los diagnósticos de «mamitis», «dependencia extrema», «acostumbramiento a los brazos», «enmadramiento» y tantas cosas que pueden llegar a decirte, vendrán las soluciones de «déjalo conmigo y vete», «mejor que se acostumbre ahora a estar sin vosotros por si un día me lo tenéis que dejar», «no vayas en cuanto llora» o «llévalo a la guardería para que sepa que no es el centro del universo».
Y como los diagnósticos son erróneos, las soluciones también lo son. Y es que en realidad no hay ningún problema porque no hay que hacer nada para que un niño se aprenda a separar de sus padres. Es algo que hará solo.
Dice la ciencia que el sufrimiento que sienten los niños por la angustia de separación activa en su cerebro las mismas zonas que cuando están padeciendo dolor físico. Es el mismo dolor que sufrimos cuando alguien a quien apreciamos nos hace daño. O alguien a quien queremos, una pareja quizás, nos dice que nuestra relación se rompe.
Pues bien, de igual modo que cuando nuestro bebé se hace daño, porque ha metido los dedos donde no debía o le ha fallado una mano gateando, acudimos a socorrerle y darle consuelo, debemos hacer lo mismo cuando sufra porque se siente solo, abandonado, o cuando alguien en quien no confía nos lo ha arrebatado de los brazos: «No, lo siento. Todavía no está preparado para estar contigo. Devuélvemelo». Entre que sufra el bebé por permanecer en brazos ajenos, o sufra la persona que quiere ganarse el afecto de un bebé haciéndole llorar, es mejor que sufra esta segunda persona. Con quien tenemos que quedar es con nuestro bebé.
Dicho de otro modo: no hace falta dejar al bebé con nadie para que aprenda a no necesitarte, porque eso lo aprenden solos. Además, no tiene ningún sentido tal y como nos lo plantean: «Déjamelo esta tarde, para que cuando me lo tengas que dejar, no llore». ¿Qué sentido tiene adelantar el sufrimiento? ¿Por qué dejártelo esta tarde llorando para evitar que en el futuro llore? Si es que además, cabe la posibilidad de que sin dejártelo esta tarde, en el futuro no llore porque ya sea más consciente de lo que es peligroso y de lo que no, y sea más capaz de estar separado de sus padres.
El vínculo que da seguridad a ese niño o niña se va formando poco a poco con los otros adultos de referencia: los abuelos o cuidadores como las madres de día. Por eso el periodo de adaptación a una Casa Nido es progresivo, ilimitado y siempre respondiendo las necesidades de los más pequeños y sus progenitores.
Y si ese momento futuro está cerca, vale la pena que la confianza en la persona que lo cuidará se la gane poco a poco, desde la alegría y no desde el llanto: «No, no te lo dejo. Es mejor que vengas tú a mi casa a jugar con mi hijo, para que te lo ganes poco a poco, día a día, mientras está tranquilo porque yo estoy presente». Y cuando ya haya una relación mínima de confianza, entonces ir allí donde vaya a estar sin mamá y/o papá, y pasar ratos todos juntos. En el momento en que confíe en esa tercera persona y en ese otro entorno, podrá quedarse sin ellos sin haber tenido que llorar, sufriendo, pensando que se quedaba solo y desasistido.

¿Cómo desarrollar la permanencia del objeto, con juegos?
A continuación presentamos una serie de juegos de interacción para que el proceso de adquisición de la permanencia del objeto adquiera una buena calidad de aprendizaje y así divertirnos estimulando a los más pequeños.
- Jugamos al “cucutrás”: el adulto se oculta detrás de sus manos o con algún pañuelo cubriendo su cara diciendo “cucu”, y al quitárselo dirá “tras” para sorprender al niño. Podemos variar el juego escondiéndonos detrás de puertas, cortinas o incluso tapándole la cara al bebé para destaparla inmediatamente, de esta forma favorecemos también el desarrollo de la coordinación óculo-manual.
- El túnel: ataremos un objeto pequeño a una cuerda y lo haremos pasar por dentro de un rollo de papel de cocina o también podemos cubrirlo con un pañuelo. Le enseñaremos al bebé como metemos el objeto dentro del “túnel”, estiraremos de la cuerda y cuando el objeto aparezca podemos decir “hola” y cuando vuelva al túnel “adiós”. Trabajaremos además de la permeancia del objeto, atención y lenguaje.
- Rueda pelota: dejaremos rodar una pelota bajo una mesa o una silla y diremos ¿Dónde está la pelota? será el bebé quien tenga que buscarla.
- Cajas: disponemos de varios elementos, pueden ser juguetes, frutas, etc. Animaremos al pequeño a que vaya metiéndolos dentro de la caja y después la taparemos. Animaremos al bebé a abrir la caja para descubrir lo que esconde en su interior.
- Escondite de objetos: le enseñamos varios juguetes al pequeño que esconderemos tapándolos con pañuelos, algunos los parcialmente tapados, que asome alguna parte del juguete. Animaremos al niño a que los busque, cada vez que encuentre un objeto haremos un buen refuerzo positivo felicitándole y animándole a que siga.
¿Por qué la permanencia del objeto es un hito del desarrollo tan importante para mi bebé?
Dominar el concepto de permanencia del objeto es un hito importante, ya que le ayudará a tu bebé a entender el mundo y saber qué esperar. Esto significa que tu bebé no tendrá miedo cuando preste algún juguete o deje de verlo, al desarrollar este hito sabrá que puede recuperarlo. Sin embargo el concepto de «compartir» no están capacitados para entenderlo como el adulto lo entiende, pero el adulto si puede entender al niño o la niña y el desarrollo del concepto de «la permanencia del objeto».
Otro punto importante es que se dará cuenta de que las personas siguen existiendo, ¡incluso cuando se van! Hasta este momento, tu bebé no tenía la capacidad de entender esto; cuando te ibas, desaparecías. Sin embargo, cuando tu bebé alcance este hito, aunque se ponga triste cuando te vayas, podrá pensar en ti y entenderá que vas a regresar. Conforme pase el tiempo, el hecho de que lo dejes solo dejará de causarle tanta angustia.
Crear rutinas diarias y un ambiente acogedor ofrece a los niños un sentido de estabilidad, estructura y confianza en sus cuidadores. Conforme pase el tiempo, tu bebé comenzará a tolerar momentos de separación a corto plazo.
Hay un momento en la vida de tu hij@, en torno a los 2 añitos, donde es capaz de decirte adiós. Antes de eso, todos los intentos por separarte de él o ella pueden ser complicados, aunque el ritmo de cada niño y niña es diferente.
Ese momento no se aprende, ni se educa, ni se puede adelantar, tiene su tiempo y su momento y viene dictado por el desarrollo emocional y madurativo de nuestro cerebro, como un código de superviviencia.
Los bebés nos necesitan y separarlos antes de tiempo de sus necesidades biológicas sólo está justificado por una sociedad actual donde, por desgracia, prima lo económico antes que lo emocional y como muchas familias, elegimos trabajar, a veces muchas horas, para sobrevivir.
»La vida necesita ritmo y estructura, pero no acepte que éstos sean rígidos, porque entonces no estarán vivos. Haga su propia música, cree un jardín como un cuento de hadas…cuando uno abandona el camino corriente esculpe un paisaje en el alma y la vida ya no es una línea recta del nacimiento a la muerte. » Lise Heyboer